“Si no escalas la montaña, jamás podrás disfrutar el paisaje”, Pablo Neruda.

Hoy estamos, mañana no, y no necesariamente porque vayamos al cielo. Podemos no estar más, porque físicamente nos vamos para otro lugar.

Al final, la vida es un ciclo en el que a veces estamos y otras no. Quizás, no sea equivocado el hecho de no apegarnos tanto afectivamente para que cuando existan estos cambios nuestros corazones no sufran tanto.

Por eso, tal vez, siempre debemos ser felices con lo que tenemos en el momento y con las personas que estamos. Luego, cuando ya no esté alguna, esos recuerdos que construimos los revisamos en nuestras memorias, no para llorar ni sentir pena. Sino para sonreír y alegrarnos porque alguna vez compartimos y fuimos felices.

Cada vez se hace más palpable aquello que siempre he creído: las personas llegan a tu vida por algo y para algo, unas se quedan, otras pasan y se van, pero siempre te dejan algún aprendizaje, alguna lección, algo que recordar.

Depende de nosotros mismos qué hacer con lo vivido. Si vivir con lo aprendido para mejorar y ser felices o ser mártires cargando culpas que ni siquiera son verdaderas cargas que valen la pena llevar.

Moraleja: a veces, no seamos tan sentimentales ni tan duros con nosotros mismos, seamos simplemente seres humanos que vivimos, sentimos, sufrimos, sonreímos y seguimos adelante.

Es bueno que reflexiones siempre sobre las experiencias vividas y que saques lo bueno de cada una. Cada paso lleva a otro y sumados, abren nuevos caminos. Con el tiempo entendemos y aceptamos que siempre lo que pasa es lo mejor.

Aferrarnos a las personas que llegan a nuestras vidas de manera afectiva dependiente no está bien. Podemos amar, pero seguir siendo libres. Podemos querer, pero seguir siendo libres. Y, no me refiero solamente al amor de parejas, también al de amigos, cercanos, familia…

Valorar aquello que nos hace felices, porque cuando nos visita la tristeza, acostumbramos a olvidar esos momentos sublimes.

Querer de verdad con paciencia y empatía. Alegrarnos por los logros de los demás, cuando les va bien y todo se les da como lo planificaron y trabajaron.

Acompañar a los demás en sus tristezas, pero brindándoles una palabra de animo y aliento, de motivación y esperanza.

Acercándose el fin de este año, realicemos un balance de todas las metas que alcanzamos, de las que nos propusimos, y las que, sin querer, se nos dieron sin planificarlas.

También, incluyamos en ese balance, aquellos errores que corregimos, y los que faltaron por remediar, hacerlo para completar nuestro aprendizaje, y ponernos firmes en no volverlos a cometer. Al contrario, pasado pisado y para adelante siempre.

Quedarnos con lo bueno, reconociendo que todos tenemos defectos y somos seres humanos con pensamientos distintos. Aceptarnos y tolerarnos en las diferencias, ese es el secreto de lograr una buena convivencia.

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Entender que el mundo va evolucionando, por ende, las sociedades y en consecuencia nosotros también debemos ir en esa constante evolución para no quedarnos atrás.

Aceptar que aquellos que hoy no están a tu lado para cierre de este año, es porque sencillamente debía ser así, para bien de todos. Pensar en lo bueno que pudieron dejar en tu vida y sentir satisfacción de lo vivido.

¡Basta! Basta de cargar con culpas que no te corresponden. ¡Basta! Basta con juzgar a las personas sin conocerlas. ¡Basta! Basta con denigrar a los que no piensan igual que tú. ¡Basta! Basta con desear tener lo que el otro posee. ¡Basta! Basta con hacer responsables a los demás por tus propios actos.

Asume las riendas de tu vida. Emprende en proyectos nuevos, ponte propósitos y metas reales.

Da, sin esperar nada de regreso. Da, porque te hace feliz. Da, lo que te gusta, no lo que te sobra.

Cada persona vive con una lucha interna que solo él o ella conoce. Cada persona vive su propia historia. Cada persona lucha todos los días por ser feliz.

Por eso, no atropelles a los demás. Nadie es más que nadie.

Revisa tus actitudes y acciones.

Recuerda si sonreíste, porque sí.

Lleva en tu corazón lo vivido, lo compartido, las sonrisas, las buenas conversaciones, los detalles… lleva en tu corazón amor, empatía, solidaridad y servicio.

“Soy feliz dando lo que me gusta a personas desconocidas”

¿Qué te hace feliz a ti?

Escrito por Aylen Bucobo

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