Empieza hoy mismo y aprende a ser constante con tus propósitos. Convierte en acción lo que visualizas y es tuyo”.

Comenzamos un nuevo año: 365 días para establecernos nuevos propósitos y mejorar nuestras vidas. Dar paso a otros inicios y también al cierre de ciclos, pues finalizar un año es motivo de reflexionar las experiencias vividas y replantearse objetivos.

Sin embargo, así como te estableces de manera rápida desafíos y proyectos, de igual manera, los mismos se desvanecen con el transcurrir de los primeros meses.

No permitas que tus propósitos sólo sean parte de la emoción de comenzar un nuevo año y que queden solamente en intención. Sino que, permanezcan en el tiempo y trabajes en ellos, para desarrollarlos.

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No dejes que la falta de constancia cree en ti una frustración por no perseverar en tus nuevas metas o no sentirte capaz de lograrlas.

No uses excusas para no trabajar en tus proyectos, como no saber cuándo comenzar, o posponer siempre su inicio porque hay otras ocupaciones, hasta llegar al punto de nunca cumplir.

La idea es que te traces objetivos reales, metas que en realidad están a tu alcance y puedas realizar. Importante, que esos objetivos sean propios y de tu genuino interés y no, que provengan de otras personas.

A veces, establecemos metas que no tienen un significado o interés real para nosotros mismos. Sino que son trazadas de forma genérica o porque no dejamos influenciar por alguien más.

Los propósitos, proyectos, metas surgen de una reflexión interna individual, de un análisis de lo que en verdad queremos experimentar y hacer con nuestras vidas, de los cambios reales que deseamos hacer en ciertos ámbitos para sentirnos mejor o en base a necesidades propias. Todas con el fin de ser felices y estar bien con nosotros mismos.

No podemos desmotivarnos simplemente porque a la primera acción no sale bien lo que nos hemos propuesto. Al contrario, esto debe motivarnos más a intentarlo de nuevo, hasta lograrlo.

Marcar cada paso, de a poco con trabajo y esfuerzo. Teniendo claro el camino, sin perder el enfoque de lo queremos alcanzar. Recuerda entre más difícil, mayor es la satisfacción al lograrlo.

Por eso, tienes que armarte de paciencia y mucha motivación, porque como seres humanos queremos que todo se nos dé de la noche a la mañana.

Sin embargo, no todo es así en la vida, hay que esforzarse, luchar y trabajar para lograr nuestras metas. Si todo se nos diera fácil, la vida no tendría sentido.

Podría ayudarte dividir el objetivo en varias metas pequeñas. Quizás, de esa manera se te haga más fácil trabajar en ello, lo sentirás más real de alcanzar y pueden ser pequeñas victorias que te motivarán a seguir adelante.

Mi propia experiencia que me ha funcionado bien es: mentalizo y visualizo la meta, planifico el trabajo de cómo puedo alcanzarla, proyecto siempre que la logro y, lo más importante, voy avanzando paso a paso sin desesperarme, es decir: la pienso, la visualizo y me activo.

Y, por muy difícil que sea, no pierdo el enfoque, insisto y no desisto.

Así que, las excusas son solo eso y, en vez de hacerte avanzar, te hacen retroceder. Da el primer paso y verás, como de manera instantánea te motivas a dar los siguientes pasos. De poco a poco te darás cuenta cómo vas cumpliendo con lo que planificaste.

Vamos, son 365 días en los que tienes la oportunidad de lograrlo. ¡Animo!

Escrito por Aylen Bucobo

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