“Nos quisiste con tanta fuerza y bondad, que tu amor, entrega y legado estará grabado por siempre en nuestro corazón, Papá”

Hombre de pocas palabras, así fue mi Padre. Trabajador incansable, dibujante profesional. Para mí el mejor en la construcción de planos a mano y la topografía. También poeta y soñador de corazón.

Mi Padre expresaba mucho en una sola frase. No tenía tertulias largas como mi Madre. Nuestras conversaciones eran precisas y de corto tiempo, pero grandes en amor, lecciones de vida y conocimiento. Hablaba con mucha sabiduría.

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Siempre daba el más sabio consejo. Era un guía y orientador, cuando necesitaba direccionar mi vida, simplemente me sentaba a su lado y le contaba mis tristezas y miedos. Me respetaba en mí ser como soy.

En el crecimiento me cuidó. En la madurez respetó mis decisiones y dejó que abriera mis alas para volar en busca de mi camino, pero siempre estuvo allí, vigilante de mis pasos.

Confío en mí, me amó y aceptó como un ser libre que siempre luchaba por hacer realidad sus sueños. Me apoyó en cada meta que me tracé. Cuando, por momentos, pensaba que ya no podía más, me impulsaba a seguir y a creer en mí.

Los estudios siempre fueron sagrados para él, eso no los inculcó, y tatuó en la mente. Nos repetía una y otra vez: estudien, estudien…

Aunque nunca fue un hombre de expresar su amor con un abrazo, dejaba que mis brazos lo envolvieran y así, aprendió a abrazarme y a recibir cariño. “Mi Papá se fundía en mis brazos y yo,  descansaba en los de él encontrando una paz que jamás sentí con nadie”

Me demostró su amor con trabajo, respeto, esfuerzo, constancia, entrega, educación y, sobre todo, con ejemplo. Nunca dejó de luchar. Nunca miró hacia atrás. Nunca desistió. Nunca dejó caer sus brazos, hasta que Dios se lo llevó.

Éramos cómplices entre risas, bailes, bromas, chistes y juegos.

Su mirada, aunque a veces parecía triste, estaba llena de orgullo y admiración.

Papá era el hombre más humilde de corazón, bondadoso y sensible que jamás conocí. Nunca mostraba cansancio y cuando la enfermedad lo arropó, se mostró fuerte, y lo fue, hasta su último suspiro.

Cuando se fue al cielo, mis manos no sabían cómo volver a escribir. Creí que ya no podría hacerlo. Me pregunté varias veces: y, ahora, cómo voy a seguir escribiendo. Y, recuerdo que Marcia me dijo: Encontrarás la forma de hacerlo y, así fue.

Su ausencia me dejó sin palabras. Un silencio interior empañó mi ser. Su vacío me hizo un hoyo en el pecho, profundo y doloroso. La mitad de mi corazón se había ido con él.

El no escuchar su voz y no sentir sus abrazos, pausaron mis pasos, mi andar se hizo más lento y no tenía sentido. Mi ser transitaba otra dimensión. Papá y yo teníamos una conexión única y una relación muy especial.

Al momento que dejó de respirar, pasó por mi mente un flashback de fotografías de toda nuestra vida juntos desde la niñez hasta ese presente. Supe en ese instante que era nuestra despedida, adiós, hasta pronto, nos volveremos a ver.

Papá fuiste un poeta genuino, lo descubrí leyendo las cartas de amor que escribiste para mi Mamá.  

Los buenos padres son incondicionales, están presentes en las vidas de sus hijos, los acompañan en sus tristezas, alegrías, sueños y sobre todo, en los golpes y caídas del crecimiento.

Son como un árbol viejo, que sigue de pie, aunque ya no dé frutos, pero siempre está allí, con los brazos abiertos esperando con amor y paciencia que lo abracen, le regalen una caricia y susurren un te quiero al oído.

Son ese gran apoyo y roble que fija nuestro carácter, que colocan sus manos en nuestros hombros o las extienden para levantarnos.   

Los padres deben ser ejemplos de sus hijos, y estos, superarlos en todos los sentidos.

Los padres deben ser guías y fortaleza para sus hijos, y estos, encontrar el apoyo para seguir adelante.

Los padres deben ser responsables y a la vez, educadores y dadores de amor y cariño, para el sano crecimiento mental y emocional de sus hijos.

Papá fuiste y eres, Médico, Contador Público, Arquitecto y Periodista. Este, tu mayor orgullo.

Gracias por tu incansable esfuerzo, por tu gran fortaleza y por cumplir la hermosa misión de ser mi Padre y un gran abuelo.

Dedicado a ti Papá, Manuel Segundo Bucobo Acosta con quien pude compartir mi vida y los últimos días de la suya.

Te amo por siempre.

Escrito por Aylen Bucobo

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