Llorando desconsoladamente y tirada en el sexto piso del Hospital Universitario de Maracaibo (HUM), fue la manera que tuvo Diana Hugle de expresar el intenso dolor que estaba sufriendo tras el diagnóstico de Leucemia Linfoblástica Aguda (LLA), de su pequeña Salomé Gañam, de 6 años de edad.
“Le pregunté a Dios ¿Por qué? Y me dejé llorar y llorar, mi mamá me levantó y me abrazó, en ese momento Salomé tenía fiebre, mi mamá me decía `No llores delante de ella` pero era imposible que yo no lo hiciera, todavía hablo de eso y se me pone el corazón en la garganta”, así recordó esta mamá de una paciente oncológica el día que su vida dio un giro inexplicable.
Para ese entonces sus familiares intentaron darle consuelo haciéndole ver lo oportuno del diagnóstico a tiempo, “Así empezó este viaje que estoy asumiendo, porque amo a mi hija, mis hijos son mi mundo”, cuenta esta madre zuliana de 33 años, que además tiene otro hijo de 14 años de edad.
“Yo no le voy a permitir al diablo que me la arrebate, porque la vida de mi hija no le pertenece a él, y aquí estoy batallando con ella y me siento contenta porque los resultados han sido satisfactorios, el martes pasado le hicieron nuevamente unos estudios y salieron bastante bien”, explicó para proseguir diciendo “me hiciste llorar” y soltar una carcajada.
Para ella no hablar de Dios es imposible, “Siempre Dios está allí sosteniéndome, mostrándome de alguna manera que Él está conmigo”.
Diagnóstico
Todo comenzó cuando en 2019 la niña tuvo un dolor en los tobillos y dificultad para caminar, “La llevé al HUM le hicieron varios exámenes, fue remitida a un especialista en pies y me dijo que la dejara tranquila que ella había olvidado la manera de caminar, me pareció extraño y me mandó a un CDI a hacerle unas terapias, pero nunca se las hice y se le quitó el dolor, pero esa fue la primera señal de alerta que, por no arrojar una hemoglobina baja, pasó desapercibida”, analiza Diana sobre este hecho en particular.
Dos años después el dolor volvió a los tobillos y la visita a la emergencia de pediatría del HUM no se hizo esperar, “Esta vez arrojó una hematología de 5.5 lo que despertó una alarma porque no tenía señales de desnutrición y así empezaron las interrogantes. Quedó hospitalizada, le hicieron un frotis y allí empezó este viaje, con las alarmas y la visita de la Dra. Dulce Tirado, oncóloga del HUM”, recordaba la mamá de Salomé.
Tras un aspirado de médula, cuatro día después llegó el resultado: Leucemia; “Yo no podía creerlo, me tocó enfrentarlo, en estas cosas no hay opción, uno simplemente debe seguir porque no podemos tirarnos a morir”, se dijo a sí misma para darse fuerzas.
Sin apoyo psicológico
Aunque está aferrada a Dios expresa que recibir terapia psicológica podría ayudarla a continuar el camino que aún le toca transitar junto a su pequeña hija, pero ninguna ha recibido este tipo de ayuda, “En el hospital no hay atención psicológica y yo no tengo la manera de hacerlo de forma privada”, comentó.
El tema le hizo recordar lo difícil que fue cuando el pelo de Salomé empezó a caerse y – en su intento por hacerlo armoniosamente- en casa le entregó una máquina de cortar cabello a la niña y ella como toda una guerrera lo cortó, “Ella empezó y yo terminé de cortarlo, fue gracioso al principio pero ambas lloramos, porque era difícil verla sin cabello, primero le corté la colita y luego le rapé todo porque se le estaba cayendo, esa parte fue la más difícil”, expresó Hugle.
Enseñanzas de este mal
Si algo tiene claro esta mamá guerrera es que ha sido su hija un pilar fundamental para valorar la vida y aprender cada enseñanza que llega con el día a día de lo que es batallar con esta dura enfermedad, “Ella es una niña muy positiva, Salomé es una niña muy alegre, a veces hasta me enseña, porque tiene tanta fe, tanta que a veces me deja hasta asombrada, me dice que ella está sana, que ella no tiene nada, que saldrá muy fuerte, muy valiente; de verdad que yo a mi hija la admiro, ¡me ha enseñado tanto, tanto!”, dijo nostálgica.
Ante el cuestionamiento de cuál ha sido el mayor reto a enfrentar como mamá de una paciente oncológica recordó otro momento trágico de su vida: La muerte inesperada de su esposo cuatro años antes de conocer el diagnóstico, “No ha sido tan difícil porque anteriormente ya estaba sola con ellos porque a su papá lo mataron, y siempre he estado con ellos, no busqué trabajo bajo dependencia de nadie por lo mismo, para estar más tiempo con ellos, ya habían perdido a su papá y no quería que sintieran que me perdían a mí también y por eso decidí trabajar por mi cuenta”, reveló la mami de Salomé.
“Criarla no ha sido difícil”, reconoce a la par que expresa que quién requiere más apoyo psicológico es ella y no la pequeña, “A veces los bajones de la realidad me pegan, verla sin cabello es lo que más me pega, porque yo la veo a ella tan fuerte, sigue siendo ella, no deja de hacer nada de lo que hacía, al principio de la enfermedad sí, pero los médicos me dijeron que al iniciar las quimioterapias ella iba a mejorar”, expresó.
A pesar de recibir múltiples tratamientos Salomé ha permanecido poco tiempo en el hospital y mayormente en el calor de su hogar bajo los cuidados maternales de su abnegada madre, quien se ha refugiado a la vez en sus padres, “mis padres para mi han sido un gran apoyo emocional, mi mamá es una mujer que me ha apoyado muchísimo con mi hija”.
Preguntas que llegan en momentos difíciles
Tener un hijo con cáncer saca a relucir el lado más humano de toda madre, pero también el más débil y los cuestionamientos de ¿Por qué a mí? no se hacen esperar.
“Siento que no merezco todo esto, he sido buena madre, buena hija, fui una buena pareja, pero no es lo que decida yo ¿cierto?; me pregunto ¿Qué he hecho mal para pasar por todo esto?, pero a veces me siento fuerte, confiada, segura, que puedo con esto y muchas cosas más”, manifestó esperanzada ante un mejor porvenir.
La situación la ha fortalecido y el cambio se evidencia cuando cae en cuenta que dejó de estar en casa para iniciar la lucha por la vida de sus hijos.
Todo inició con la pérdida de su esposo, quien era el proveedor del hogar, por lo que aprender a manejar un vehículo, hacer uñas, ser el chofer de sus hijos y lidiar con las emociones de ellos son los aprendizajes que le han dejado esta etapa.
Sobre ello se siente en extremo orgullosa, “Lo estoy haciendo bien, tengo mis errores, pero lo estoy haciendo bien, no me quedé estancada en no hacer más nada”, explicó Diana quien es Contador Público, pero que decidió no ejercer su profesión para dedicarse de lleno a su hijos, una de las tantas decisiones que asumió cuando le tocó llevar las riendas de su hogar.
“No me voy a dar por vencida, perder a mi hija es inimaginable, la voy a cuidar siempre”, declaró esperanzada.
Marilyn Silva
CNP Nro: 18.105
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