El Titán por dentro: así era viajar al fondo del océano y ver el Titanic

El sumergible de la empresa OceanGate Expeditions tenía el tamaño de una combi, sus tripulantes debían viajar sentados, era manejado por un control similar al de la PlayStations y solo contaba con oxígeno para 96 horas.

El Titán, el sumergible que transportaba a cinco pasajeros a la zona del naufragio del Titanic en el Atlántico Norte, y que este jueves se confirmó que están muertos, ofrecía un viaje al fondo del océano por 250 mil dólares por persona.

Subir a bordo de esa nave implicaba aceptar ciertas incomodidades a lo largo de las aproximadamente diez horas que debería haber durado el viaje.

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El tamaño del interior del sumergible de la empresa OceanGate Expeditions se parecía al de una «minifurgoneta», contó en su podcast Mike Reiss, un escritor y productor que trabajó en Los Simpsons y emprendió este mismo viaje el año pasado.

En cada inmersión, los cinco tripulantes -el piloto y los cuatro pasajeros- son obligados a descalzarse y sentarse con las piernas cruzadas en el mismo suelo, ya que no hay asientos, para caber en el cilindro de 670 centímetros de largo.

Dentro de la nave solo había una ventanilla para poder ver el exterior «por turnos», explicó a la radio pública estadounidense NPR el periodista del canal CBS David Pogue, quien también fue pasajero del Titán en noviembre.

El Titán contaba con una cortinilla negra que separa la letrina del espacio donde se sientan los tripulantes: El «baño» es una pequeña caja negra, según el consejero delegado de OceanGate, Stockton Rush, quien explicó el funcionamiento del sumergible.

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Rush viajaba como piloto del artefacto y es una de las cinco personas que murieron en el Atlántico Norte este jueves, según confirmó la empresa.

Reiss recordaba que antes del viaje -que costaba hasta 250.000 dólares- los pasajeros tenían que firmar un «largo documento de renuncia que menciona la posibilidad de muerte tres veces en la primera página».

Por otro lado, también hablaba de que en el aparato solía haber sándwiches y agua disponibles para los viajeros. Sin embargo, Reiss afirmaba que muchos de los visitantes le decían que no comen durante el trayecto por la emoción, por lo que nunca usan el baño.

Por su parte, Pogue observó que muchas de las piezas del sumergible «parecían improvisadas». Sin ir más lejos, la nave estaba controlada por un control de videojuego, cuyo diseño se asemeja a uno de los característicos controles de Xbox o PlayStation. El mismo consejero delegado de OceanGate detallaba en un video que tienen dos controles de repuesto, «por si acaso».

Reiss describió la travesía como «un coche que conduces borracho por el océano», según refiere el portal MDZ.

Aun así, también se puede ver lo que hay alrededor a través de unas pantallas que conectan con cámaras en la superficie del aparato.

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Agencias

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