La Virtud
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“La esperanza es el sueño del hombre despierto”,
Aristóteles.
Alguna vez escribí en uno de mis artículos, “Vive con esperanza porque las ilusiones se esfuman”. Difícil tarea que en algún momento de nuestras vidas nos toca aprender, comprender y aceptar.
No es lo mismo esperar con esperanza que esperar con ilusión. La esperanza te da la certeza real de que eso que tanto anhelas puede llegar. En cambio, las ilusiones son solo eso, se las lleva el viento y desaparecen.
La esperanza se fortalece en la fe, en creer que todo es posible, por tanto, te da más seguridad y plenitud de tener más confianza.
En definitiva, es un estado de ánimo, no de actitud. La esperanza hace que te aferres con fuerza a trabajar en aquello que tanto deseas lograr para mejorar tu vida.
Cuando tienes esperanza no importa cuán agotada (o) estés, lo mucho que trabajes o lo demasiado que entregues, porque sabes que al final será premiado tu esfuerzo.
Eso también te brinda la oportunidad de crecer, porque es el sentimiento más constructivo que nos ayuda a fortalecer nuestro bienestar. Sin embargo, la esperanza no es optimismo.
El optimismo nos ayuda a ver la vida de otra manera, es la buena actitud con la que enfrentamos el día a día y puede estar en nosotros siempre.
Mientras que, la esperanza solo la hacemos presente cuando es necesaria, cuando pasamos por una mala situación, de salud, trabajo o cuando estamos luchando por lograr una meta, un sueño, un proyecto o nos enamoramos.
La esperanza es como un pilar en el que te apoyas, te sostienes y aferras. Te motiva, impulsa y te da fuerzas para tomar decisiones difíciles, como aquellas que pueden cambiar tu vida para siempre.
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Incluso, te produce felicidad porque va acompañada de emociones positivas, de alegría, optimismo, entusiasmo y confianza. Además de buena energía y vibra, para ti y tu alrededor.
Da certeza y te ayuda a vencer obstáculos y dificultades, es como vivir en resiliencia: ver en los acontecimientos una oportunidad para crecer, superarlos y salir adelante.
Abre las puertas para un cambio positivo y el poder establecer objetivos o metas por las cuales trabajar y alcanzar. Nos ayuda a no caer en el desaliento.
También la esperanza puede ser vista como una virtud, porque no todas las persona viven con ella, sobre todo los que son pesimistas, ven siempre lo negativo y no se creen capaces de cambiar algo o motivar alguna transformación en sus vidas o alguna circunstancia o hecho.
Es como pasar de lo invisible a lo visible, de lo intangible a lo tangible, de suceder a acontecer, así es la esperanza. Es crear expectativas positivas con respecto a nuestros deseos y mejorar las relaciones interpersonales.
Es parte inclusive, de nuestra salud mental, porque nos da la fortaleza de afrontar la pérdida de seres queridos, algunos retos de la vida y en otras situaciones de distintos matices.
Por eso, es importante que tengas objetivos por los cuales trabajar y luchar. Que tengas presente, cuáles son tus metas cada año. Establecerse desafíos que te hagan crecer como persona y profesional, sin importar en el área que te desenvuelvas.
No olvides, vivir con esperanza, es vivir con certeza, confiando que eso por lo que tanto luchas, llegará.
Escrito por: Aylen Bucobo
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