La trampa
“La forma más elevada de la inteligencia humana, es la capacidad de observar sin juzgar”, Jiddu Krishnamurti
Alguna vez leí, que siempre tendemos a juzgar a los demás sobre lo que pensamos de nosotros mismos. Aunque parece una ironía, juzgar al otro se hace habitual en nuestras conductas. Juzgamos y nos juzgan constantemente, es como un círculo en el que el juicio va girado todo el tiempo de un lado para el otro.
Los juicios a priori son los que más daño hacen, porque van de una vez al efecto. La actitud sana es dejar de criticar lo que hacen los demás, porque en algún momento, tú también harás lo mismo.
Además no te creas el justiciero, el que no tolera las injusticias, porque de cierto modo, al final, también juzgas porque expresas tu parecer, para poder defenderte cuando se sientes atacado.
La razón es relativa, a veces la tienes tú y otras, la tienen los demás. Para no llegar a juzgar, es mejor respetar la opinión de cada quien. Recuerda que cada persona piensa distinto y tiene una experiencia de vida diferente.
La mayoría de las personas que te rodean no saben por lo que estás pasando y si estás vulnerable. Depende de eso, quizás vas a reaccionar más que a responder. Por tanto, no busques puntos de vistas mejores ni peores, simplemente puedes aceptar opiniones sin compartirlas.
Los juicios también vienen por cómo interpretas los hechos. Depende de la manera de ver las cosas, se forma un juicio distinto, que no siempre tiene porqué coincidir con el de los demás.
El señalar todo el tiempo y no ver lo que también haces tú, es muy dañino. Siempre las partes involucradas comparten un porcentaje de responsabilidad. Los malos entendidos conllevan a que las persones juzguen todo el tiempo. Así que depende con qué ojos mires, podrías ser mirado. Dar y recibir.
El juzgar a los demás también puede ser una trampa con la que agrandamos nuestro ego. Esto lleva a suponer que posiblemente nos sentiremos mejor, pero por el contrario, a la larga seremos unos seres despiadados con el entorno.
Las personas que juzgan todo el tiempo, les cuesta mucho reconocer y corregir los errores. Una mirada imparcial te ayudará a ver la verdad de los hechos. Recuerda que existen muchas personas manipuladoras y que hacen responsable a los demás de sus propios actos.
Caer en la trampa del juicio, es alejarse por completo de la empatía. Si bien no te nacen ciertas cosas por algunas personas, tampoco puedes no ser empático si necesitan tu ayuda.
Cuando juzgas te sientes superior al otro. No te das cuenta que al juzgar te conviertes en una mala persona, incluso retrasa tu evolución hacia la construcción de ser cada día mejor y te estanca.
Pregúntate ¿Quién es perfecto? Humanamente nadie. Por tanto, todos tenemos derecho a cometer errores, ver una oportunidad en corregirlos y crecer como persona.
Recuerda no a todos le afectan las cosas de la misma manera. Si no coindicen en un punto, no tenemos porqué juzgar al otro. Cada quien es como es y las relaciones se basan primeramente en el respeto.
No juzgues, porque al hacerlo, eso habla más de ti, que de la persona que estás señalando.
Escrito por Aylen Bucobo
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