«Tu miedo termina cuando tu mente se da cuenta que es ella la que crea ese miedo»,

anónimo.

El miedo, esa sensación que nos hace sentir débiles, vulnerables y expuestos. Es precisamente lo que nos produce esa angustia , desespero y nos hace correr, a veces, sin sentido ni dirección.

Esa sensación que te paraliza, te deja mudo, y te hace reaccionar de diversas maneras ante algo que sucede o que va a ocurrir, o simplemente es imaginario.

Es normal que todos en algún momento tengamos ese sentir ante cualquier circunstancia que se esté desarrollando, esté a punto de pasar o que creamos que pueda suscitarse.

Cuando el miedo nos paraliza, nos deja sin efecto de actuar, sin opciones para funcionar, quedamos sin alternativas ante un hecho, lo cual va en nuestra contra.

Sin embargo, si usamos el miedo a nuestro favor, podemos convertirlo, no sólo en fortaleza, sino en coraje: en esa fuerza que nos da el impulso para actuar, defendernos y seguir de frente sin temor alguno.

El temor no sólo puede ser ante un hecho, sino el miedo a nosotros mismos de no poder hacer o alcanzar algo, o cuando nos enfrentamos a una situación nueva, con la que debemos aprender a lidiar, como un nuevo trabajo o al vernos solos sin un ser querido.

Para superarlo, el mejor remedio es enfrentarlo. No hay otra manera para dejarlo atrás para sentirnos seguros de nosotros mismos, de nuestro actuar, de lo que hacemos y de cómo nos guiamos.

Relájate y comunica tus temores. Investiga de dónde surge tu miedo y no creas en cosas irreales.

Existe personas que manejan el miedo como algo mental, pues sostienen que se debe tener miedo es al mismo miedo, porque de lo contrario nos dejamos controlar por el temor, y al final, ese miedo hará con nosotros lo que desee y nos llevará a un abismo sin salida.

Si llenamos nuestra mente de pensamientos negativos, así mismo nos vamos a sentir y nos produciremos angustia. Si, al contrario, mantenemos pensamientos positivos, generamos en nuestro ser motivación, bienestar y buena salud.

El miedo nos puede enfermar, convertirnos en personas nerviosas e inseguras, incluso, nos puede llevar a crearnos acontecimientos inexistentes.

No obstante, cuando buscamos de dónde vienen nuestros temores, es decir, la raíz de los mismos, es más sencillo manejarlos, controlarlos y acabar con ellos hasta eliminarlos.

Llenarnos de coraje ante el miedo, es uno de los primeros pasos que debemos dar, porque cuando nos vestimos de valentía , nos forjamos una armadura hecha de fuerza de voluntad y, por ende, superamos ciertos impedimentos.

«El miedo es como el fuego. Si lo controlas te calentará y te mantendrá vivo, pero si te controla a ti, te quemará y te destruirá«, Rocky Balboa.

El miedo a veces puede ser usado a nuestro favor como una advertencia, para evitar que algo pueda suceder: lo que en realidad puede ser nuestra intuición.

No olvidemos que a veces, todo aquello que deseamos fervientemente, en ocasiones no nos atrevemos a buscarlo por miedo, porque tenemos temor a fracasar. Es como una muralla que tenemos que derribar, para poder pasar al otro lado donde están nuestros anhelos. «Todo lo que alguna vez deseaste está al otro lado del miedo», George Adair.

Arriésgate por conseguir lo que anhelas. El temor es más grande cuando te quedas con las ganas de lograr algo, de saber cómo pudo ser. Por eso el miedo, también tiene que ver con los cambios, con tomar decisiones radicales y salir de nuestra zona de confort. Entender que la vida está compuesta por ciclos y etapas que van girando en torno a nosotros y que, debemos cerrar y concluir para sanar y seguir.

Dos cosas puedes hacer con tus miedos: llevarlos sobre tus hombros o enfrentarlos y convertirlos en fortaleza y coraje. Tú decides.

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