«Las personas realmente fuertes son las que en verdad no malgastan su energía en aquello que no pueden cambiar», Aylen Bucobo

Aceptar no es igual que resignarse. Que difícil es aceptar lo que no podemos cambiar. Muchas veces la vida da giros inesperados y se vuelve tan compleja, que nos hace vulnerables, frágiles y débiles. Golpea fuerte, nos deja sin fuerzas y desvalidos. Es justamente cuando surgen esas interrogantes, que nos hacen pensar y preguntarnos ¿por qué y para qué?

No es fácil asumir la realidad que nos rodea. La aceptación es un proceso doloroso de adaptación, primero de nosotros mismos y luego, del mundo. En la medida que logras adaptarte a la situación que en un momento determinado tienes que enfrentar, depende mucho el tiempo que le permites al sufrimiento abrazarte. El sufrimiento no es que esté mal, lo malo es que les demasiado tiempo permanecer en ti.

El proceso de adaptación es para entender que quizás, esa situación que estás viviendo no la puedes cambiar y de alguna manera u otra, debes enfrentarla, convivir con ella o asumirla de forma positiva hasta tanto pase o termine. Lo interesante de este proceso, es que cuando aceptas, todo se hace más llevadero. Puedes seguir adelante con sus bajos o altos, pero en tranquilidad.

Aunque es importante contar con una red de apoyo, bien sea familia, amigos o pareja. También es necesario que primeramente te hables a ti misma (o). Dialoga contigo, cuestiona la realidad y tu entorno, luego pregúntate por qué y para qué esto que vives puede ayudarte a ver cosas de ti que no habías experimentado.

Existen muchos casos en los que llegan acontecimientos a nuestras vidas que no entendemos y queremos lanzar la toalla. Sin embargo, solo el tiempo responde nuestras inquietudes. Simplemente, a veces, solamente necesitamos reiniciarnos, liberarnos, desprendernos, soltar un poco la carga que nos hace los días más pesados y agotadores. Delegar, pedir ayuda o expresar lo que sentimos, nos da esa liberación que en el fondo nuestro cuerpo, mente y espíritu nos pide a gritos y que muchas veces ahogamos su voz y no queremos escuchar.

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La aceptación no es renunciar ni resignarse, es una fortaleza. Es un comodín que debemos tener instalado en nuestras vidas y sacar siempre que la realidad nos cambie como no deseamos. Luchar contra lo que no podemos cambiar, es malgastar nuestras energías en algo dañino. Es mejor emplear esa energía en construir nuestros sueños y trazar planes para seguir creciendo. Solo aceptando es que podemos continuar hacía adelante sin detenernos ni quedarnos estancados en el mismo lugar.

Tampoco confundas aceptación con conformidad. Insisto aceptar la realidad que estamos viviendo, sin conformarnos. La aceptación es tolerar una situación y redirigir la acción o la lucha hacía otra dirección que sí podemos cambiar para mejorar, dejando atrás eso que no podemos transformar, porque la vida es así a veces, cuando enfrentamos una condición de salud, una relación afectiva que ya acabó, la ida de un ser amado…

Cargar nuestra propia cruz y no la cruz de los demás, eso es muy importante de entender y aprender a no tener que llevar el peso de los problemas o situaciones que otros tienen que enfrentar ellos mismos. Cada quien lleva el peso de su propia cruz y cada quien debe de enfrentar lo que está viviendo. Podemos ser aporte, soporte o ayuda en la solución de una situación, más no los que carguemos con la situación a nuestras espaldas, no las que no, nos corresponden claramente.

Una persona que acepta una situación es aquella que piensa de manera positiva. Es decir, su visión es «no puedo hacer más nada con esto, no puedo cambiarlo, esto es lo que hay porque así es la vida, no todo siempre es bueno, hago lo que tengo que hacer, dejo esto a un lado y continuo con mi vida, adelante en busca de mis metas y sueños».

En contraste, la que es negativa y se conforma, piensa «esto es lo que me tocó vivir, no puedo hacer nada para cambiar mi vida y nunca podré ser feliz». Tiende a tener pensamientos negativos, de rechazo, se victimiza, lanza la toalla, no hace nada para cambiar su vida, sino que se conforma con la manera que vive y pierde la esperanza.

Reflexiona y evalúa qué clase de persona eres, si la que se victimiza y siempre ve lo negativo, o la que reconoce su realidad de manera positiva. Todo lo malo tiene un lado bueno, ya queda de parte de nosotros mismos siempre ver el lado bueno y sacar lo mejor, lo que de forma positiva nos ayudará a crecer más como personas. Recuerda aceptar no es lo mismo que conformarse.

Escrito por Aylen Bucobo

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