La desasistencia de los privados de libertad motiva a los zulianos a ayudarlos

Por trabajo, educación, fe o misericordia se incrementa el acercamiento, el apoyo espiritual y  la colaboración de la comunidad para con los privados de libertad en los Centros de Detención Preventiva de Zulia. El trabajo de extraños ha motivado a oficiales y ex reclusos a unirse en pro del mejoramiento de las condiciones de los internos, algunos voluntarios van un poco más allá y trabajan con el núcleo familiar del preso.

La iglesia cristiana evangélica lleva la batuta en atención a los privados de libertad. Una de sus líderes es Sara Toro; tiene 67 años y desde hace más de dos décadas apoya a los internos. Su trabajo inició en el Anexo Femenino de la Cárcel Nacional de Maracaibo y tras su clausura llevó su labor a los Centros de Detención Preventiva en la parroquia Francisco Eugenio Bustamante de Maracaibo, los más cercanos a su residencia, así ahorra dinero en movilización y a sus actividades no las afectan la falta de transporte público ni de gasolina.

Es de baja de estatura, carismática, de voz dulce y una gran sonrisa. La pastora Sara, como la conocen en los calabozos, trabaja dos días a la semana con los detenidos y sus familias. Conformó un equipo de 20 personas, entre ellos uno de sus hijos, quien la apoya en los cantos. Recogen comida, ropa y medicina; organizan actividades en los días especiales, jornadas de peluquería y hasta han agasajado a los hijos de los privados con piñatas y cotillón.

“Esto es un llamado para glorificar a Dios”, explica Toro, quien ha tenido que caminar hasta tres horas desde su casa para llegar a los cinco centros de detención que visita su equipo.

La iglesia, a través de diferentes organizaciones, entre ellas la Pastoral Evangélica Penitencia de Venezuela y la Confraternidad Carcelaria, en casi todos los recintos de la región, o como explican sus líderes, solo en donde los directores permiten el ingreso. Ellos están seguros que la reinserción no es completa, a veces no alcanza ni al 10 por ciento, pero ellos seguirán lanzado las redes.

Un proyecto piloto

En vista a la permanencia indefinida de privados de libertad en los calabozos, Gilberto Hidalgo, comisionado de la Policía Municipal de Rosario de Perijá, diseñó y aplica desde 2017 un programa piloto para la readaptación de los detenidos en su coordinación policial.

La idea nació, según comenta, cuando estudiaba para optar al título de licenciado en Servicio Policial en la Universidad de la Seguridad (UNES). La finalidad de su proyecto reducir el ocio, minimizar la rebeldía en los privados de libertad e iniciar un proceso de readaptación durante la permanencia del detenido en su despacho. “o hincapié en el desarrollo laboral, espiritual, físico-deportivo y de relaciones interpersonales”.

Aliadas en Cadena ha visitado cuatro calabozos en Maracaibo. Fotografía: Cortesía

Según el comisionado, el proyecto se elaboró para una duración de un año y tuvo reclusos que se beneficiaron de las actividades por más de cuatro años.

En una visita de Una Ventana a la Libertad se constató el cambio a través de pequeños detalles. A los reclusos se les servía tres veces al día agua con hielo en un filtro para que mitigaran el calor, se instalaron ventiladores y extractores para mejorar la circulación de aire en la celda. El encargado del área de resguardo y garantía del detenido explicó que se sacaban por grupos para ejercitarse, hacer orden cerrado, participar en talleres de ocupación laboral y hasta solicitaban a los reclusos el apoyo para la recuperación de espacios públicos del municipio.

A favor de la pacificación

La fuga masiva en el Centro de Arrestos y Detenciones Preventivas de San Carlos de Zulia, municipio Colón, motivó a Nakari Fereira a formar un equipo de trabajo y en plena cuarentena por Covid-19 iniciar, a mediados de 2020, un trabajo de pacificación en el retén del municipio Colón.

Bajo el nombre de Proyecto Canaán se comenzaron las actividades, las cuales posteriormente contaron con el apoyo del Ministerio de Interior y Justicia y el Ministerio de Asuntos Penitenciarios, a través del Movimiento por la Paz y la Vida.

Fereira tenía experiencia del trabajo carcelario, aprendió a hacerlo mientras su hermano estuvo preso en la Cárcel Nacional de Maracaibo, en Sabaneta. Pese a que su pariente falleció por no lograr reinsertarse, ella siguió en el trabajo penitenciario. “El proyecto busca alfabetizar e reinsertar a la población reclusa en actividades educativas, de capacitación laboral, recreativa, deportiva y religiosa”.

Uno de los grandes logros a los que hizo referencia Fereira fue la entrega de armas blancas por parte de algunos reclusos, la creación de un horno de panadería y la iniciación de prácticas de boxeo dentro del retén.

El proyecto Canaán incentivó al sociólogo Yorvin Galindez a desarrollar una investigación doctoral en el retén de San Carlos y aplicar principios de Irenología para lograr la paz en los pabellones.

Incluidas

Entre 2021 y los meses de 2022, la organización Aliadas en Cadenas incluyó a las privadas de libertad dentro de la población que atienden. Prepararon un taller sobre violencia, las formas de prevenirla y les explicaron a las detenidas cómo deber ser la higiene femenina.

El equipo multidisciplinario brindo asistencia a unas 80 detenidas, recluidas en los centros de coordinación policial del Cuerpo de Policía Bolivariana del Estado Zulia (CPBEZ) en Cristo de Aranza, La Rotaria y Caique Mara y en la sede del Cuerpo de Investigaciones, Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), en Altos del Sol Amada.

“Tuvieron una reacción positiva, son pocas las organizaciones que trabajan con ellas”, comentó una de las organizadoras del proyecto, quien indicó que el taller se dictó, en algunos lugares, desde la reja y a cada privada de libertad se le donó un kit de higiene.

Recordando las carencias

La solidaridad entre los privados de libertad comienza a extenderse fuera de los muros y quienes, en los últimos meses, han abandonado el calabozo tras conseguir un beneficio procesal volvieron a la celda, esta vez para apoyar con alimentos y medicinas a quienes quedaron.

Vladimir es panadero, permaneció tres meses en la celda de un comando de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). Conoció lo que era pasar hambre, enfermedad, sed y calor dentro del recinto y desde que recobró su libertad ayuda a quienes permanecen detenidos. Al menos una vez al mes visita algún calabozo, habla, explica su proceso y exhorta a los privados de libertad a cambiar. Les entrega una ración del pan que prepara y se marcha. “No se puede olvidar lo que se vive, hay quienes no merecen estar ahí”.

Al menos una vez al año en Polirosario los oficiales le sirven a los detenidos. Fotografía: Cortesía

En abril de 2022, Ligia, de 70 años, volvió a su Caracas natal tras permanecer cuatro años recluida en un calabozo de la GNB. Antes de marcharse visitó en tres oportunidades a sus compañeras. “Me preocupan las que están enfermas. Adentro no hay nada”. Volvió a su rutina, pero antes se contactó con la fundación que brinda apoyo a los privados de libertad en Zulia para apoyarlos económicamente. “Se critica su labor a favor del privado, pero no sabes cuán importante son hasta que terminas siendo uno de sus beneficiarios”.

Fuente:  UVL Zulia

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