«No permitas que tu mente intimide tu cuerpo haciéndole creer que debes llevar la carga de tus preocupaciones»,

Astrid Alauda.

Darle el valor necesario que cada situación merece es la clave de la felicidad y de vivir sin estrés.

Deja que el agua escurra y siga su curso. No desgastarnos en lo que no podemos cambiar, en lo que no está en nuestras manos ni depende de nosotros.

Vivir felices también tiene que ver con adaptarnos a los distintos contextos que nos toca enfrentar día a día.

Aportar un granito de arena y dejar que el viento se deslice por las hojas de los árboles, no es ser egoísta. Al contrario, es estar centrado en tranquilidad y seguro de dar el paso requerido.

No es lavarnos las manos como lo hizo Poncio Pilato, es saber identificar el problema, buscar la solución del mismo desde la raíz y dialogar con la persona o personas en cuestión.

Ponerse en los zapatos de los demás, nos ayuda a entender por lo que atraviesan.

Si te cuestionas cómo manejar esas situaciones que en ocasiones se salen de las manos. Lo recomendable en estos casos es ubicar el contexto en el que se desarrolla el hecho y buscar su raíz.

Hay que salir de la burbuja en la que vivimos sumergidos y no queremos que nadie nos toque, nos mire y nos hable.

Cuando identificamos la causa el problema, es mucho más sencillo llegar a posibles soluciones.

Las dificultades se deben conversar, no sólo con personas de confianza que nos podrían dar una luz en el camino, sino directamente con quien tenemos el inconveniente.

El diálogo es la mejor herramienta para buscar solventar la circunstancia que estamos viviendo. Entenderse con la otra persona o personas es la vía idónea para conseguir la tranquilidad.

Respirar, pensar y actuar con cabeza fría, para tomar una buena decisión.

No olvides que una persona cuando se ahoga intenta arrastrar a otra también. La idea no es llegar a ese extremo. Por tanto, en este punto, debes manejar tus emociones con inteligencia sin permitir que ellas te controlen.

Los problemas nos afectan en la medida que le demos más tiempo y no lo solucionemos. Darle el valor necesario a cada uno es imprescindible para reducir el estrés y la ansiedad que nos causan ciertas situaciones.

Al referirme a darle el valor necesario a cada dificultad, es que debemos saber identificar la situación, primero para tener claro cuál es el problema y qué tan importante es para afectarnos.

Segundo, ocuparnos en buscar la raíz del mismo, con el fin de determinar que lo causó y atacarlo desde allí.

Tercero, si hay una o más personas involucradas, lo más sensato es dialogar con respeto.

Algunas personas suelen dar vuelta sobre el problema una y otra vez, y por eso no consiguen la solución, y generan un sobre pensamiento que conlleva a no dormir bien ni disfrutar de la vida. 

Esto conlleva a llenar tu mente de pensamientos negativos y, en consecuencia, te podría causar depresión, tristeza y sufrimiento.

Menos preocupaciones, menos estrés. Menos problemas, menos estrés. Más soluciones, mejor salud. De esa manera, la burbuja empieza a desaparecer, las cargas se hacen ligeras y desaparecen.

Aunque no lo creas, todo puede causar estrés, hasta lo que consideramos más simple, resulta ser muy estresante. Sin embargo, al tener una buena actitud, tomar calma, sopesar cada situación y nunca huir, sino resolver es lo más sano y adecuado, para reducir la angustia y llevar una vida más tranquila.

Esa burbuja en la que siempre estamos sumergidos en nuestro propio estrés, producto de mala actitud y por dar vueltas en el mismo círculo vicioso de no solucionar lo que debemos solucionar.

No olvides… “Todo llega, todo cambia, todo pasa”.

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