La artimaña
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“La gente manipuladora ‘huele’ a las personas emocionalmente necesitadas y dependientes de la aprobación de las demás y las usa”, anónimo.
Una de las partes que compone el eslabón del mal, es la manipulación. Ese control que se pretende ejercer sobre aquellas personas que se consideran débiles de carácter o de falta de personalidad.
Los manipuladores son expertos en desarrollar prácticas de control, para persuadir y sugestionar a sus víctimas, con intereses y fines personales.
De repente, son personas encantadoras, amables, aparentan ser serviciales y solucionadoras de problemas, pero de un día para otro, se les cae la careta y son exigentes y desagradables.
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A las personas que no pueden manipular, las tratan de aislar, de hacer que los demás se alejen de ellas, y de cierta manera, forman grupos con la finalidad de minimizar a los que no pueden tener en su red de control.
Existen personas manipuladoras emocionales y de manera invisible hacen sus artimañas para manejar a las otras, con el propósito de afianzar sus inseguridades y su egoísmo persiguen sus propios fines para asegurar la lealtad y la dependencia de otros hacia ellas.
Por otra parte, pueden convertirse en víctimas aquellas personas que tienen carencia de afecto, historias de vida de maltrato, baja autoestima y la falta de carácter para poner límites.
Al final, pueden caer en una dependencia emocional afectiva, que en vez de soltar y desprenderse, hace que se aferren más a este tipo de personas.
También te puedes encontrar con dos personas que se manipulan constantemente. Una a otra, haciéndose ambas víctimas. Si no se prestan atención se convierten en personas problemáticas que requieren de constante atención.
Los manipuladores son egoístas, solamente ven por su bien, por sus intereses y no les importa el sentir de los demás. Son chantajistas emocionales, se victimizan y culpan a los otros de sus responsabilidades. Mientras que, aquel que está siendo manipulado, siente miedo de enfrentar a su opresor y cede.
No seas un dependiente afectivo, despréndete.
No seas un manipulador, suelta.
Respeta tu metro cuadrado, pon límites y expresa lo que no te gusta de manera respetuosa.
No hay nada más hermoso que ser libre y dejar que los demás lo sean, con sus virtudes y defectos.
Que cada quien tome sus propias decisiones, si se equivoca, reconoce, corrige y aprende.
Si no te sientas cómoda (o) con alguien o a su lado, si no estás de acuerdo con su trato hacia ti, si no te gusta su forma de ser por la circunstancia que sea, lo mejor es alejarte o mantener una relación cordial y de respeto.
No caigas en hablar mal a sus espaldas, lo que sientes debes decirlo de frente. Defiéndete si es necesario. No permitas que te persuadan con nada ni nadie.
Recuerda que le vas a caer mal a los que no pueden dominarte, así que está bien, que tengas tu propio criterio.
Escrito por Aylen Bucobo
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