Fallece el expresidente Alberto Fujimori a los 86 años

El expresidente peruano, Alberto Fujimori falleció este miércoles en su residencia en Lima a los 86 años, tras «una larga batalla contra el cáncer», confirmó su hija y heredera política Keiko Fujimori.

«Después de una larga batalla contra el cáncer, nuestro padre, Alberto Fujimori acaba de partir al encuentro del Señor. Pedimos a quienes lo apreciaron nos acompañen con una oración por el eterno descanso de su alma. Gracias por tanto papá», publicó Keiko Fujimori en la red social X, en un mensaje que firmó junto a sus hermanos Hiro, Sachie y Kenji.

Puedes leer: Trump, Biden y Harris se reencuentran en homenaje a víctimas del 11 de septiembre

La partida del expresidente y sentenciado por crímenes de lesa humanidad ha marcado un hito importante en la política peruana, pues hasta hace unas semanas atrás se barajaba la posibilidad que fuera a ser parte de las elecciones del 2026.

El exdictador peruano dejó de existir el mismo día en que partió el terrorista, Abimael Guzmán y en medio de las conmemoraciones en Estados Unidos por el atentado a las Torres Gemelas.

Más temprano, su médico personal y congresista Alejandro Aguinaga, había manifestado: «está luchando» en este momento por su vida, al recibir a los periodistas apostados en la puerta del domicilio de la familia Fujimori.

Figura política

Nacido en Lima en 1938, en una familia de clase media integrada por una pareja de inmigrantes japoneses, Fujimori supo convertirse en una de las figuras políticas más importantes y poderosas en la historia del país.

Y de las más polarizantes, ya que todavía hoy existe un sector de la población que lo defiende y respalda su década de gestión, a pesar de los múltiples casos de corrupción y de las violaciones a los derechos humanos que se llevaron a cabo en esa época.

El argumento que suelen dar a su favor es que «puso orden» y terminó con la violencia política que arrastraba Perú en la década de los 80 con las guerrillas Sendero Luminoso y Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) como protagonistas. Pero, a cambio, Fujimori encabezó un régimen que se extendió gracias a un autogolpe de Estado y en el que las autoridades impusieron sus propias tácticas de terror.

Nada de ello podía anticiparse en el joven que en los años 50 se graduó de ingeniero agrónomo y que después se convirtió en profesor de la Universidad Nacional Agraria, luego en rector y, ya en 1987, en presidente de la Asamblea Nacional de Rectores. Parecía que la vida académica sería su destino.

Pero faltaban solo tres años para las elecciones que, contra todos los pronósticos, lo convertirían en presidente.

Asume la presidencia

En 1990, Fujimori se postuló por primera vez a la Presidencia de Perú. Era un candidato marginal, desconocido. La contienda la protagonizaban el escritor Mario Vargas Llosa, que era el amplio favorito, y Luis Alva, el abanderado del oficialismo que tenía todas las de perder, dado el desprestigio del entonces presidente Alan García.

Pero el rector universitario se erigió como el candidato sorpresa. En la primera vuelta, Vargas Llosa obtuvo el 32,5 % de los votos y Fujimori, el 29 %. Por primera vez en la historia de Perú, se tuvo que realizar un balotaje que se llevó a cabo el 10 de junio.

Fujimori arrasó con el 62 %. No tenía experiencia de Gobierno, ni en la política, ni un programa, ni equipo. Había ganado con la promesa de combatir al neoliberalismo, aunque de inmediato se convirtió en uno de sus representantes más fieles. Ofreció combatir la pobreza y la corrupción y terminar con los privilegios, pero hizo todo lo contrario.

A las mentiras de su campaña le sumó el autoritarismo. El 5 de abril de 1992, apenas dos años después de haberse colocado la banda presidencial, Fujimori encabezó un autogolpe de Estado al disolver, con el uso de las Fuerzas Armadas, el Congreso e intervenir el Poder Judicial. Dejó de ser un presidente para ejercer como dictador con plenos poderes.

Aunque en 1993 se emitió una nueva Constitución, la democracia peruana quedó herida de muerte.

Trama de corrupción

Además, desde el inicio de su mandato, Fujimori contaba con el auxilio de Vladimiro Montesinos, su jefe del Servicio de Inteligencia Nacional, una de las figuras políticas más oscuras de América Latina y quien operó el entramado de corrupción y persecución a todo tipo de opositores. Hoy cumple una pena de 25 años de prisión, desde donde jamás ha dejado de ofrecer sobornos.

En 1992, el Gobierno tuvo dos hitos que dispararon una popularidad en favor de Fujimori que pervive hasta hoy: capturó a Víctor Polay Campos y a Abimael Guzmán, líderes del MRTA y Sendero Luminoso.

Gracias en parte a estas detenciones, el presidente se reeligió en 1995 con el 64 % de los votos. Es decir, más de los que había recibido apenas cinco años antes.

En el poder

En la cúspide de su poder, Fujimori impulsó una ley de amnistía que beneficiaba a todos los representantes del Estado involucrados en violaciones de derechos humanos.

Aún contaba con el apoyo mayoritario de la población, que se fortaleció en diciembre de 1996 con la crisis que desató la toma de más de 800 rehenes que el MRTA secuestró en la Embajada de Japón en Lima y a los que, gracias a la intervención del Vaticano, fue liberando en las semanas siguientes.

Cuatro meses después, con la mirada internacional puesta en Perú, una operación militar, que se transmitió en vivo por televisión, rescató a las decenas de rehenes que quedaban en la sede diplomática. Fue el último fracaso de la guerrilla.

La crisis económica y los frecuentes casos de corrupción ya afectaban al Gobierno. En plena debacle, Fujimori comenzó a maniobrar para alargar su permanencia en la silla presidencial. Con el pretexto de que la nueva Constitución se había aprobado en 1993, afirmó que la de 1995 había sido su «primera» elección. La de 1990 no contaba, así que volvería a postularse en 2000.

Y así lo hizo. A pesar de las protestas masivas, compitió y se declaró ganador frente al economista Alejandro Toledo. Los comicios quedaron bajo lo sospecha de fraude. Tanto, que incluso la Organización de Estados Americanos (OEA) y varios países europeos desconocieron los resultados y denunciaron las arbitrariedades de Fujimori, quien ignoró todos los reclamos y volvió a asumir la Presidencia.

Fue entonces que estallaron los ‘vladivideos’, como se bautizó la filtración de videos que demostraban que Vladimiro Montesinos grababa a políticos, empresarios y todo tipo de personajes cuando les entregaba sobornos. Así después podía chantajearlos. La cleptocracia en su máximo esplendor. El escándalo le costó el cargo al todopoderoso asesor, quien terminó huyendo del país.

Cerco judicial

Fujimori realizó a fines de 2000 una gira internacional en Asia que debía terminar en Panamá para participar en la X Cumbre Iberoamericana. Pero jamás llegó.

A sabiendas de que el cerco en su contra se estaba cerrando, el ingeniero agrónomo aprovechó que tenía la nacionalidad japonesa y se fugó a Tokio. Desde ahí, renunció por fax a la Presidencia que había ocupado durante los últimos 10 años. Las formas eran tan anómalas, que el Congreso rechazó la renuncia y lo destituyó. A partir de entonces, el Gobierno encabezado por Alejandro Toledo solicitó la extradición de Fujimori, pero Japón siempre se negó.

En noviembre de 2005, evadiendo las órdenes de captura internacional que había en su contra, Fujimori llegó en un vuelo privado a Chile, donde quedó detenido, aunque la Justicia chilena tardaría casi dos años en extraditarlo.

El 22 de septiembre de 2007, finalmente, Fujimori fue llevado a Perú para comenzar a pagar por sus crímenes.

Indulto humanitario

Por las masacres de Barrio Altos y La Cantuta, crímenes de lesa humanidad ocurridos en 1991 y 1992 y que dejaron un saldo de 25 muertos, fue condenado a 25 años de prisión. En otras causas también se le encontró culpable de usurpación de funciones, lesiones graves, abuso de autoridad, secuestro agravado, peculado doloso, apropiación de fondos, falsedad ideológica en agravio del Estado, sobornos, interceptaciones y escuchas telefónicas y la compra ilegal de medios de comunicación, entre otros. La lista de delitos parecía interminable.

Parecía que no podría evadir el castigo pero, en la Navidad de 2018, el presidente Pedro Pablo Kuczynski lo benefició con un «indulto humanitario» solicitado por los abogados defensores con el pretexto de su avanzada edad y estado de salud. En medio de la condena de una parte de la sociedad peruana y las celebraciones de otra, y con críticas de organismos internacionales de derechos humanos, Fujimori se fue a su casa. Le duró poco. Casi un año después, la Suprema Corte de Justicia determinó que debía volver a prisión.

EFE/RT Actualidad

Ten la información al instante en tu celular. Únete al grupo de Es Con Usted en WhatsApp a través del siguiente link: https://bit.ly/3ma8acR   y a nuestro canal por: https://bitly.ws/3cT4n 

Nuestro Canal en Telegram https://t.me/NsCGerardTorres

Además puedes seguirnos por InstagramFacebook y para recibir en directo todas nuestras actualizaciones

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social Media Auto Publish Powered By : XYZScripts.com