El Maleficio

“Para conquistar la frustración, uno debe permanecer totalmente enfocado en los resultados, no en los obstáculos”, T.F. Hodge

Por primera vez me sentí frustrada. Nunca había experimentado esa emoción que llegó como un maleficio, lleno de una mezcla de sentimientos negativos. Hasta que lo descubrí…

Caminaba por la calle en ese momento, no entendía por qué sentía algo que me producía oposición a lo que me rodeaba. Empecé a observar injusticias por todas partes, aquellas que dejaba desfilar por un lado en silencio y que, dejaron de hacer pasarela cuando comenzaron a dar vueltas ante mis ojos de manera incisiva.

Me pregunté, hacía qué lugar se iba mi energía, la lucha con la que empezaba cada día y la esperanza con la que esperaba los frutos de mi esfuerzo. Al no hallar una respuesta, me sentí frustrada, llegó la tristeza y no menos, la decepción.

A veces, esto nos sucede, porque no estamos caminando sobre el pavimento correcto. Quizás no nos hemos dado cuenta que nuestros pasos tratan de decirnos a “gritos”, que debemos llevar nuestro andar hacía otro lado y no a donde pensamos que llegaríamos.

Tal vez, aquello por lo que tanto luchamos no es lo que se nos dará, sino que lograremos algo mucho mayor, pero no hemos visto las señales de manera adecuada.

Por tanto, nos sentimos frustrados al no alcanzar lo anhelado. Lo bueno, es que podemos cambiar el camino, cruzar en la esquina que nunca pensamos tomar en cuenta y seguir hacia otra calle, que nos llevará a un mayor logro.

Sin embargo, mientras nos sentimos frustrados es bueno cambiar de rutina, distraer nuestra mente en nuevos proyectos y trazarnos otras metas.

Para llegar a donde deseamos hay muchos senderos, solo debemos elegir correctamente y si nos equivocamos, pues seguimos insistiendo en otras vías, pero nunca desistamos.

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Daniel Handler, escritor y músico estadounidense, dice que “la frustración es un estado emocional interesante, porque tiende a sacar lo peor de quien está frustrado” y es precisamente eso lo que tenemos que transformar.

Es decir, cambiar en positivo todo lo que la frustración nos aflora, como los complejos, desmotivación e incapacidad. Convertirlos en fortaleza para enfrentar los cambios, tomar las riendas de nuestra vida, ser capaces de reinventarnos y de derribar los obstáculos que aparecen, entre ellos: el miedo y la inseguridad.

No olvides que, a lo largo del camino, pueden presentarse acontecimientos que nos sorprenderán y que, en el momento menos pensado, nos acercarían a lo anhelado. Recuerda siempre que no todo ocurre en el tiempo que quieres. Al contrario, suceden en un instante inesperado.

En otras palabras, pasar por la frustración y salir a flote, es simplemente saber que estás VIVO y que, el AQUÍ y él AHORA es lo que importa.

Es igual cuando participas en una competencia, lo importante no es ganar sino llegar a la meta, mirar hacía atrás y ver que lo hiciste, que aprendiste y te superaste, pues no siempre se nos da lo que nos proponemos.

Es normal sentir alguna vez frustración. No busques victimizarte. Confía en tus capacidades.

Aunque no creas, a veces, el fracaso conlleva al éxito. Debemos aprender a aceptar que no siempre se dan las cosas. No es el fin del mundo, seguimos VIVOS.

Dialoga con tu YO interno. Cambia los pensamientos negativos a racionales. No exageres el contexto ni las circunstancias. Ejerce una conducta más constructiva. Busca tolerar lo que te incomoda porque eso te ayudará a estar tranquilo ante lo que no te gusta.

“Usa tu frustración y conviértela en inspiración”, Ismael Cala.

Escrito por: Aylen Bucobo

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