«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios»
Evangelio de hoy Lucas (9,51-62)
Lecturas de hoy Domingo 13º del Tiempo Ordinario – Ciclo C
Hoy, domingo, 26 de junio de 2022
Primera lectura
Lectura del primer libro de los Reyes (19,16b.19-21):
EN aquellos días, el Señor dijo a Elías en el monte Horeb:
«Unge profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo se Safat, de Abel Mejolá».
Partió Elías de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, quien se hallaba arando. Frente a él tenía doce yuntas; él estaba con la duodécima. Pasó Elías a su lado y le echó su manto encima.
Entonces Eliseo abandonó los bueyes y echó a correr tras Elías, diciendo:
«Déjame ir a despedir a mi padre y a mi madre y te seguiré».
Elías le respondió:
«Anda y vuélvete, pues ¿qué te he hecho?».
Eliseo volvió atrás, tomó la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio. Con el yugo de los bueyes asó la carne y la entregó al pueblo para que comiera. Luego se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 15,1-2a.5.7-8.9-10.11
R/. Tú eres, Señor, el lote de mi heredad.
V/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano. R/.
V/. Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré R/.
V/. Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me abandonarás en la región de los muertos
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. R/.
V/. Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (5,1.13-18):
Hermanos:
Para la libertad nos ha liberado Cristo.
Manteneos, pues, firmes, y no dejéis que vuelvan a someteros a yugos de esclavitud.
Vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; ahora bien, no utilicéis la libertad como estímulo para la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor.
Porque toda la ley se cumple en una sola frase, que es: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
Pero, cuidado, pues mordiéndoos y devorándoos unos a otros acabaréis por destruiros mutuamente.
Frente a ello, yo os digo: caminad según el Espíritu y no realizaréis los deseos de la carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne; efectivamente, hay entre ellos un antagonismo tal que no hacéis lo que quisierais.
Pero si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
Palabra de Dios
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,51-62):
Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él.
Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron:
«Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?».
Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno:
«Te seguiré adondequiera que vayas».
Jesús le respondió:
«Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».
A otro le dijo:
«Sígueme».
El respondió:
«Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre».
Le contestó:
«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».
Otro le dijo:
«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa».
Jesús le contestó:
«Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».
Palabra del Señor
EMPEÑADOS EN NO SALIR DEL SURCO
La primera lectura nos ha presentado a un hombre conduciendo unas yuntas de bueyes, unas detrás de otras. Él sujeta la última. Esta estampa nos resulta insólita hoy en nuestros campos, aunque no en otros rincones del mundo. Podemos deducir que Eliseo es un labrador bastante rico, pero que su trabajo es duro porque necesita la fuerza de 24 bueyes para conseguir hacer los surcos en el terreno. También podemos suponer que, mientras Eliseo avanza lentamente, irá haciendo sus cálculos sobre la cosecha, planeando, tal vez, comprar una nueva pareja de bueyes. Y, seguramente, soñando cuando pueda tener algunos criados que le hagan el trabajo, sin tener que quemarse al sol ni empaparse con la lluvia.
Pero ¿quién guía a quién?. ¿Eliseo conduce a los bueyes? ¿O es más bien al revés? Porque en realidad, es el labrador quien tiene que adaptar su paso al de los bueyes, sostener su ritmo y aguantar sus costumbres. En el fondo, quien lleva el yugo a la espalda es él: Los campos, las cosas, los bienes son quienes dominan su vida, le tienen prisionero, ocupando su tiempo, sus energías, sus planes de futuro, y su mismo corazón. Y aunque probablemente nosotros no poseamos bueyes, nos parecemos mucho a él: También nos atan «las cosas», y vamos a rastras de las costumbres, de las ideologías, del modo de pensar (¡o de no pensar!) de nuestro ambiente, de las conveniencias, de nuestros cálculos. Caminamos muy cansinamente, a pesar de tanto ajetreo, sin ímpetu, sin fantasías, con cuidado para no perder terreno, preocupados sobre todo de tener el pajar lleno de heno. Y repetimos gestos, palabras, ideas, fórmulas, normas… sin lanzarnos a tomar decisiones propias, sin riesgos, sin prestar oído a las voces del corazón. En una palabra: no nos atrevemos, o no sabemos o no queremos salir del surco.
Nos puede pasar como a aquel hombre que era llevado por sus amigos para ser enterrado. Cuando el féretro estaba a punto de ser introducido en la tumba, el hombre revivió inesperadamente, y comenzó a golpear el féretro.
Abrieron, y el hombre se incorporó: – ¿Qué estáis haciendo?, dijo a los sorprendidos asistentes? Estoy vivo. No he muerto.
Sus palabras fueron acogidas con asombrado silencio. Al fin, uno de los presentes acertó a hablar:
– Amigo, tanto los médicos como los sacerdotes han certificado que habías muerto. ¿Cómo van a equivocarse los expertos?
Así pues, volvieron a atornillar la tapa del féretro y lo enterraron debidamente. (Anthony de MELLO, El canto del pájaro).
Podemos parecernos a éstos de esta absurda historia, porque «los expertos» nos han convencido de que ése es nuestro lugar. Seguimos los criterios y opiniones de los que se dedican a pensar por nosotros y los que nos mandan lo que consideran lo mejor, y nos dictan lo que tenemos que ser, opinar, actuar, votar… Y, como bueyes, nos dejamos poner el yugo de «lo de siempre»: «siempre así ha sido así», «hay que respetar las tradiciones», los experimentos «con gaseosa», es mejor «lo malo conocido que lo bueno por conocer» (¡vaya tela!)… Total: que acabamos dando vueltas interminables dentro del mismo surco. Y ojalá no seamos de los que atornillan la tapa del féretro y lo entierran debidamente. Y es que nos incomoda, nos da miedo, que alguien venga, como a Eliseo, y nos eche por encima ese manto que nos haga descubrir que nuestro lugar, nuestra vocación, nuestras futuro está en otro sitio.
En cambio Jesucristo, en el Evangelio de hoy, comenzaba«tomando una decisión» para ir a otro sitio: a Jerusalem, porque allí es donde Dios Padre le espera y le quiere. Aunque eso, como sabemos, le trajera muchos riesgos e inconvenientes. Nosotros, sin embargo, somos más bien indecisos: nos planteamos la vida como ése que está a la orilla del mar, pensando si entra o no entra, que mete los pies en el agua, se moja un poco la cara con las manos, se pasea un rato por la orilla, mira «lo grande que es el mar», y lo peligrosas que pueden ser las olas…, y no termina de lanzarse al agua.
O tal vez sí, nos lanzamos al agua por donde no cubre mucho, quizá con salvavidas, con el socorrista cerca, sin meternos muy adentro, por si acaso. O chapoteamos un poco y, nos salimos enseguida del agua como si ya estuviéramos agotados ¿de nadar?
Algunos hay que van probando un poco de todo, sueñan y diseñan mil proyectos, puede que empiecen alguno de ellos… pero acaban dejándolos a medias.
En el Evangelio de hoy encontramos a varios que: «sí, pero espera un poco», «es que antes tengo que…» Maneras de vivir que no le interesan a Jesús, no son compatibles con su camino. Cuando Jesús llamay ofrece su camino, pide con claridad:
♠ Romper con el pasado (deja que los muertos entierren a sus muertos). Los muertos son los que no tienen planes, los que no se mueven, los que se dejan llevar. Y suelen ir acompañados de los que siempre tienen que llorar, quejarse y lamentarse porque «ya nada tiene remedio», porque ¡qué pena!, porque «todo está muy mal», porque «y ahora qué hacemos…», porque «antes las cosas eran mejores»…
♠ Lanzarse adelante, hacia la meta, sin andar pendientes de lo que se queda atrás (el que pone la mano en el arado…). Mirar hacia adelante, es tener expectativas, ilusiones, sueños, proyectos que merezcan la pena. No conformarse con lo ya conseguido…
♠ Disponibilidad para vivir en la inseguridad (las zorras tienen madriguera...), para ir donde haga falta, con quien haga falta, en el momento que sea… ¡Que nos salgamos del surco y no permitamos más que los bueyes sean los que nos marquen el camino, el tiempo y el cansancio!
A su modo nos lo decía hoy San Pablo: «estamos llamados a la libertad». No podemos vivir a golpe de deseos (de lo que me apetece), de satisfacciones inmediatas («vive el presente como puedas y no te comas la cabeza»), de «devorarnos» unos a otros para defender lo nuestro, sin metas, sin sueños.
Los que prefieren andar arando al remolque de la publicidad, de lo que dicen en las tertulias, de lo que han leído por cualquier sitio, o les ha contado no se quién, (o les ha llegado por WhatsApp); los que encuentran mil excusas y razones muy razonables para no lanzarse al camino con Jesús… ¡NO VALEN PARA EL REINO DE DIOS!.
Que cada cual elija si prefiere andar entre bueyes, y en los mismos surcos… o prefiere las alas de la libertad de los hijos de Dios, para levantar vuelo y llegar a lo más Alto, donde nos espera Dios. Y eso empieza por responder sin excusas, con decisión y confianza la llamada de Jesús.
Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
Fuente: Ciudad Redonda
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