¿Cuánto es hacerlo poco?
Todas las relaciones de pareja cambian con el paso del tiempo. Lo que al principio eran noches de pasión constantes ahora no lo son tanto. Es cierto que las relaciones pasan por diferentes etapas y que no en todas ellas se siente el mismo deseo o atracción sexual.
En una primera fase, la de enamoramiento, la atracción sexual es más evidente y en todo momento sentimos la necesidad de estar junto a la otra persona, tocarla, abrazarla y sentirla. Pero esta etapa no dura para siempre. Es entonces cuando la relación se estabiliza y aparecen otros sentimientos más centrados en el equilibrio y la estabilidad. Es en este momento cuando las parejas se preguntan si mantener relaciones íntimas una vez cada dos semanas o una vez al mes es algo normal o, por el contrario, es un signo evidente de que algo no funciona.
En toda relación sentimental duradera se pasa por diferentes fases: “Fase de enamoramiento y fase de amor”, constata Ana Viejo, psicóloga y sexóloga del Equipo Amaltea Sexología, en Zaragoza.
“Es importante tener clara la diferencia entre ambas ya que el deseo sexual varía según la fase en la que nos encontremos”.
Así, “la primera fase, la de enamoramiento, tiene una temporalidad breve, que va desde los primeros 6 meses de relación hasta los 2 años aproximadamente, y se podría comparar con la sensación que tenemos ante diferentes adicciones”. Y es que, según comenta, “en esta etapa se produce una gran liberación de neurotransmisores químicos, como la dopamina, la norepinefrina y la serotonina, provocando una alta intensidad emocional”. De ahí, la necesidad constante de estar con la otra persona.
Por todo ello, esta fase se caracteriza, sobre todo, “por ser la más pasional y por estar basada en la atracción física. Aquí no vemos defectos en el otro, nos encontramos en un estado de bienestar y de alegría constante y el deseo erótico está a flor de piel y es muy elevado”.
Sin embargo, apunta Viejo, “si pasado este tiempo continuamos en la relación de pareja, pasaremos poco a poco a la fase de amor. Esta etapa es mucho más racional y en ella la atracción pasa a un segundo plano. Aquí cobra más protagonismo el vínculo emocional, el compromiso y la estabilidad”. Esta fase también tiene un efecto físico sobre nosotros, pero diferente al de la fase de enamoramiento. En esta “disminuye la liberación de neurotransmisores químicos, por lo que el deseo sexual disminuye”.
Toda esta explicación nos ayuda a entender un poco mejor por qué, con el paso del tiempo, el número de relaciones sexuales en las parejas estables disminuyen, pero si a esto se le suman otros factores como la monotonía o la rutina es muy posible que el número de momentos íntimos sea todavía menor.
Números de veces concreto
En respuesta a las preguntas ¿Qué se consideraría hacerlo poco? ¿Cuántas veces serían lo ideal para tener una vida sexual saludable? las expertas consultadas creen que dependerá de muchas cosas.
Aunque hay datos que apuntan a que hacerlo una vez a la semana es lo normal en España (según el estudio Ulises, publicado en 2017), la realidad es que no hay un número exacto de relaciones sexuales que se considere el ideal, ya que, no es tan importante el cuánto sino el cómo.
“Hacerlo dos veces a la semana puede considerarse una frecuencia suficiente para una persona, porque le basta para cubrir su necesidad sexual y quedarse satisfecha, pero ser insuficiente para otra, porque no alcanza a satisfacer su necesidad sexual, o incluso, puede ser demasiado para otra porque sobrepasa su nivel de deseo erótico”, explica Viejo. Una misma frecuencia “puede ser considerada mucho, poco o adecuado en función de cada persona y de su nivel de deseo erótico”.
“¿De qué me sirve tener todos los días sexo si no lo disfruto? ¿Y si lo vivo como una rutina o una obligación (es lo que toca)? ¿Quién dice que tener sexo compartido sólo los fines de semana es malo o rutinario, si yo cuando lo practico me lo paso genial? ¿Quién marca el cómo, cuándo y cuánto?”, se pregunta Ana Blázquez, experta en sexología y terapia de pareja.
La sexualidad es “placer, disfrute y compenetración con la o las otras personas”, por lo que, en opinión de los expertos, en este caso, como en muchos otros, “es más importante la calidad que la cantidad”.
La clave en una pareja, como casi todo en esta vida, “está en el equilibrio, en que ambos estén a gusto en la frecuencia, en la manera y en la resolución de la forma de disfrutar de la sexualidad compartida”, señala Blázquez.
Para Viejo la respuesta a cuántas veces hay que hacerlo para tener una buena relación de pareja es sencilla: “Las que nos apetezca, sean más o menos”. Y es que “no hay un número de veces más indicado que otro”, todo dependerá de la pareja y de la situación de cada uno. En su opinión, como en la de Blázquez, “más que poner un número exacto de veces, lo adecuado es pensar en si tenemos una relación más o menos activa en función del grado en que nuestras necesidades sexuales queden cubiertas o no”.
Poner “un valor numérico” tan solo “va a generar tensión, frustración y presión en la pareja, cuando las relaciones eróticas no son una competición”.
Una relación de pareja sana “no será más activa por hacerlo más veces, ya que, si no se disfruta de esos encuentros ¿Qué más dará cuantas veces lo haga? Seguiré estando insatisfecho o insatisfecha ya que a lo que realmente daré importancia es al número de veces que lo haga y no a si lo que he hecho me ha producido placer”. Por todo ello, su consejo es “empezar a dejar de preocuparnos por el cuánto y empezar a prestar más atención a cómo”.
Razones de la pérdida del deseo
Si, como comentan las expertas, las relaciones íntimas con la pareja son menos frecuentes pero de calidad, no es motivo de preocupación. Sin embargo, si, además de hacerlo con poca frecuencia los encuentros íntimos entre los miembros de una pareja no son satisfactorios es posible que algo falle.
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Como señalan las expertas es normal que con el paso del tiempo el deseo disminuya por muchas razones. Las más importantes, según comenta Viejo, serían “tener un mal estado de salud tanto físico como mental”, pero hay otros como la autoestima. En su opinión, “la autoestima también va a ser un factor clave ya que sino tenemos una visión positiva de nuestra imagen corporal va a ser muy complicado poder sentirse agusto en ese terreno”. Es importante “querernos a nosotros mismos para poder ser queridos por los otros”.
Otro factor importante es el estrés. “Estamos tan ocupados en el día a día con el trabajo, las tareas del hogar, los compromisos y la vida familiar y social que descuidamos por completo nuestra sexualidad dejándola siempre en un segundo plano y poniendo excusas como la falta de tiempo”, relata Viejo.
Por eso es tan importante “adjudicarle un espacio a la sexualidad”.
Otro factor que influye en la falta de deseo hacia mi pareja es, según Viejo, “la rutina o la monotonía en nuestas relaciones sexuales”. Esto, explica, “también influye mucho en la disminución del deseo erótico, ya que pueden llegar a resultarnos aburridas y/o poco placenteras”. Para evitar que esto ocurra uno de sus consejos es dejar de centrarse en el coito como única forma de tener sexo en pareja.
“Una sexualidad coitocentrista sin duda va a perjudicar en gran medida al deseo erótico. Si no se disfruta de los encuentros eróticos va a ser muy complicado tener interés por el sexo a medio y largo plazo”, indica.
¿Influye la edad?
Hay quien dice que la edad también influye en el deseo sexual y que a mayor edad menos deseo, pero la realidad es que no es así.
“A pesar de que la tendencia es considerar que los grupos de edad avanzada son los que menos sexo practican, la verdad es que no hay un gran número de estadísticas que proporcionen un resultado fiable y en los pocos estudios o estadísticas encontrados no se aprecian grandes diferencias en la frecuencias sexual entre los diferentes grupos de edad”, señala Viejo.
Con la edad, las ganas de practicar sexo no disminuyen.
“El deseo sexual no tiene porque ser inversamente proporcional a la edad, es decir que a más edad haya menos deseo erótico”, indica Viejo. Como se ha mencionado antes, el estrés diario, los compromisos, la familia y priorizar otras cosas por encima del sexo, son los factores que influyen en la pérdida de deseo sexual, pero no la edad. Esto es importante porque, en opinión de Vieo, “hay que visibilizar la sexualidad en edades avanzadas o en la vejez porque sigue habiendo tanto deseo erótico como prácticas eróticas”.
La realidad es que “tenemos sexualidad desde que nacemos hasta que morimos”.
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