Marchas, paros, sensibilización y actividades hacen parte de las formas de conmemorar el Día Internacional de la Mujer, una fecha que la ONU fijó el 8 de marzo en 1977. Sin embargo, sus orígenes se remontan a muchos años antes, concretamente a inicios del siglo XX.
La primera en sugerir la creación de una fecha dedicada a las mujeres fue Clara Zetkin, en 1910. “En la Conferencia Internacional de Mujeres de Copenhague, Dinamarca, ella era una de las principales ponentes, y propuso celebrar este día”, explica Sandra Ferrer, escritora especializada en feminismo e historia de las mujeres. Según la experta, Zetklin, militante socialista alemana dijo en esta conferencia:
“Las mujeres socialistas de todos los países organizarán cada año un Día de las Mujeres, cuyo principal propósito debe ser la ayuda a lograr el sufragio femenino. Esta demanda debe manejarse en conjunto con todas las cuestiones de las mujeres de acuerdo con los preceptos socialistas”.
La idea se llevó a cabo desde el año siguiente, en Austria, Dinamarca, Alemania y Suiza, donde un millón de mujeres salieron a la calle el 19 de marzo.
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En plena revolución industrial, este movimiento estuvo íntimamente ligado a las reivindicaciones de las mujeres obreras, como las condiciones de trabajo o el salario. Uno de los hechos asociados a esta jordana fue el incendio de la fábrica de textiles Triangle Shirtwaist en Nueva York el 25 de marzo de 1911, en el que murieron más de de 130 obreras. Este evento desencadenó una gran conmoción y llevó al mejoramiento de las normas de seguridad en las fábricas del país.
Pero según María Emilia Gouffray, historiadora, la fecha exacta del 8 de marzo viene de otro acontecimiento.
“Realmente la gente cree que viene del incendio en la fábrica de Nueva York, que sí fue un evento importante, que se convirtió en un hito en las marchas del 8-M, pero hay un hecho que fue más importante y fue la marcha de las obreras en Rusia en 1917. Salieron a marchar exigiendo pan y paz, y también mejores condiciones laborales en las fábricas. La marcha tuvo lugar el 23 de febrero en el calendario juliano, pero en el calendario gregoriano, equivale al 8 de marzo”, explica la historiadora. Más tarde, en 1917, se proclamó el derecho al voto a las mujeres rusas.
Esta marcha marca el inicio de la revolución bolchevique de 1917, y cuatro años más tarde, el 8 de marzo de 1921, Lenin declaró el “Día Internacional de la Mujer Trabajadora”, en homenaje a estas mujeres.
“Para atraer a las masas a la política, debemos atraer a las mujeres a ella. Pues, bajo el régimen capitalista, la mitad del género humano está doblemente oprimida. La mujer obrera y la campesina están oprimidas por el capital; además, incluso en la más democrática de las repúblicas burguesas, siguen siendo ante la ley seres inferiores al hombre; son verdaderas “esclavas domésticas””, dijo Lenin durante su discurso.
En 1977, la ONU decidió oficializar el Día Internacional de la Mujer, animando a todos los países a marcar el 8 de marzo. Determinar esta fecha como Día de la Mujer y ya no como Día de la Mujer Trabajadora fue una forma de “expandir y ampliar el foco de las reivindicaciones, no sólo en el ámbito laboral, sino también en el ámbito doméstico, cuestiones de violencia machista, cuestiones de injusticia social en general, y poner un poco el foco en derechos femeninos, derechos de las mujeres que aún no se habían alcanzado y aún no se han alcanzado plenamente”, explica Ferrer.
Poco a poco, el movimiento del 8 de marzo se internacionalizó para incluir a las mujeres del mundo entero. “Engloba no solo a las mujeres obreras y socialistas de la Europa Occidental, sino que engloba ya a las mujeres de todo el mundo y de culturas muy diferentes, de culturas occidentales, de culturas orientales, cristianas, católicas, islámicas, etc.”
Este año, la ONU declaró que el lema será: “Para todas las mujeres y niñas: Derechos. Igualdad. Empoderamiento”, en un llamado a incluir a las jóvenes para conseguir “la igualdad de derechos, poder y oportunidades para todos y un futuro feminista en el que nadie se quede atrás”.
En América Latina, las marchas del 8-M tomaron tiempo para popularizarse, según María Emilia Gouffray. Durante la primera mitad del siglo XX no era tan común que se saliera a marchar a la calle.
“Las marchas empezaron a ser más comunes en Argentina en la segunda mitad del siglo XX, y ya después, en Colombia, en México. En los 70s y 80s, empezaron a coger mucha fuerza”, sostiene la experta.
Las mujeres del continente latinoamericano tienen reivindicaciones específicas. Según la historiadora, hay tres preocupaciones principales: los derechos sexuales y reproductivos -con el derecho al aborto-, la garantía de la vida y la no violencia.
“En América Latina, debido a la presencia de actores armados en los países y narcotraficantes, muchas mujeres están siendo víctimas de feminicidio, desapariciones, trata de personas, esclavitud sexual, etc. En México, por ejemplo, es muy importante que se garantice la no violencia contra las mujeres y su derecho a la vida, en Colombia también, y en general en toda América Latina es un tema que es importante”, describe Gouffray.
Si bien la diversidad sexual y de género tiene un lugar importante dentro del movimiento del 8-M en América Latina, falta diversidad en algunos ámbitos sociales. “El 8-M es una conmemoración que se vive mucho más fuerte en las principales ciudades de los países mientras que en ciudades más marginalizadas no ha cogido tanta fuerza”. Según la experta, muchas veces, las que marchan son «son mujeres estudiantes que tienen acceso a la educación, a ciertas condiciones de vida, pero no es común ver a las mujeres más empobrecidas, las vendedoras ambulantes, etc”.
Cada año, se plantean cuestiones: ¿Cómo conmemorar el 8-M? ¿es correcto celebrar la fecha? ¿festejo , conmemoración o reivindicación?
Según María Emilia Gouffray, si bien “se vale celebrar la lucha que hemos llevado a cabo durante ya más de un siglo” no hay que hacer una “celebración biologística ni esencialista”, es decir, celebrar a la mujer alrededor de su esencia de mujer o de su papel de madre, por ejemplo.
La experta explica que lo importante es seguir luchando y seguir marchando en esta fecha porque “si algo nos muestra la historia de nuestras luchas y la historia de las mujeres es que los derechos no están escritos en piedra, así como hemos ganado derechos podemos perderlos mañana”. Tomando el ejemplo del derecho al aborto, que fue eliminado en varios estados de Estados Unidos, Gouffray concluye:
“Mantenernos unidas, mantenernos marchando, mantenernos activas, nos mantiene fuertes y por eso es importante que sigamos haciéndolo y que el mundo vea que seguimos teniendo conciencia de género y que estamos dispuestas a seguir dando la batalla el tiempo que sea necesario”.
France 24
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